La historia de la producción de porcelana en Europa, que se inicia a principios del siglo XVIII, es apasionante. Las casas reales europeas pujaban por los mejores artesanos y pintores. En un principio todas ellas creaban sus propias fábricas, eran los que se podían permitir los costes del establecimiento, y lo hacían únicamente para autoabastecer sus palacios y regalar algunas piezas a sus compromisos. Incluso llegaron a revestir paredes completas con este maravilloso material, aparentemente indestructible. Creían perpetuarse en el tiempo.
Desde los inicios de la fabricación de porcelana en Europa, Limoges destacó por la alta calidad de su materia prima y, por tanto, de los productos que se fabricaba con ella. Pureza del color y resistencia fueron las características que la convirtieron en el objeto de deseo de las grandes fortunas que podían permitirse sus precios y emular a las casas reales que ya disponían de estas piezas.
Estas son las grandes y prestigiosas marcas de porcelana de Limoges que han sido protagonistas a lo largo de la historia. Algunas ya dejaron de producir, otras sufrieron transformaciones a través de compras y fusiones. Y las menos, siguen produciendo joyas en porcelana. Muchas desaparecieron a lo largo del siglo XX a consecuencia de las guerras mundiales. Y, actualmente, el encarecimiento del precio de la energía ha hecho que no sea rentable su producción tal como estaba concebida, con grandes hornos funcionando a 1400 grados permanentemente. Así, las piezas nuevas, producidas hoy, resultan con precios muy elevados, reduciéndose su demanda.
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